Cuatro puntos en el lado izquierdo, cuatro puntos en el lado derecho. Puntos
azules sobre cejas marrón claro; tres arcos
rojos bajando por su nariz y a través de su psique, costeados por unos ojos de luna
grises y penetrantes. Una sombra de
césped recién cortado se difumina en ojeras que sólo pueden verse en la oscuridad, bajo las cuales un
violeta en los pómulos se degrada y se mezcla perfecto, sublime, con pequeñas arrugas sobre las comisuras de los labios
rojo carmesí que tantas voluntades rompieron una vez. Y otra más. Sobre su rostro cae sorda y espontánea una masa de tirabuzones de
color indescriptible, dando forma y armonía a su semblante imperfecto pero perfecto en todas sus facetas.
Ahí es cuando entra en escena.
Ahí es donde mata
e impune se aleja danzando.
A su espalda, los tirabuzones saltan, como burlándose del fenecido.
De mí.
Me encanta ver un escrito tuyo despues de tanto tiempo....
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