viernes, 17 de octubre de 2014

Fragmento del fragmento de un texto perdido

Fragmento #301
La carencia de estupefacientes se denota en sus ojeras oscuras. La saliva y los restos de piel se deslizan por sus omóplatos. El continuo espacio-tiempo se ve descompaginado ante tanto ser malgastado. Desechado. Irreal.
 Un sobretodo gris, un mechón de pelo mojado en su frente.
Se tropieza con sus propios pies, al tiempo que cada una de las ciento cincuenta pestañas del párpado superior izquierdo se erizan.
Cae y se levanta.
Se levanta y cae.
Dentro de sí, el magma rebalsa sus poros y escapa al exterior. Su cabeza salta incansable en busca de aire.
Percibe sofocado el aire viciado que lo envuelve. Desde su posición observa cómo una estela de luz matinal deja ver las partículas del polvo que levantó al caer al suelo. Quiere tomarlas, no puede. Las mira. Se mira las manos, vacías de saciedad y de guerra pero aún luciendo las marcas dejadas por aquellos dos fuegos.
 A lo lejos, una armónica desafinada.
 A su lado, un compás.
Cierra los ojos y se deja mecer por la dulce interrupción del maquinar.
 Sobre la mesa descansan desde siempre los dos rectángulos transparentes que tantas veces lo dejaron ciego. Parecen llamarlo al tiempo que se contorsionan y temblequean, sacudiéndose el polvo.
Estira su mano pero no los alcanza. Abre los ojos y ya no están ahí.
La luz ya no se filtra por la ventana.
Una coincidencia indiscutible.
'bellum omnius in omnes' grita.
El magma lo abrasa. Lo abraza.
Se deja caer de a poco y se hunde, estéril, en la inmensidad del armonioso cello.

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